
Las amenazas de los dirigentes sindicales, este primero de mayo de 2009, no han ido dirigidas al Gobierno, a su absurda política económica, a su nefasta gestión de la crisis, al flagrante ninguneo de los trabajadores, a las peores cifras de parados de la democracia, no.
Los hitos de las manifestaciones encabezadas por los "lamesubvenciones" de UGT y CCOO se han dirigido hacia los empresarios, recordando tiempos pasados, muy pasados. Precisamente, cuando son los empresarios los únicos que aún están manteniendo a flote lo que nos queda de economía, los que mantienen los puestos de trabajo ante la pasividad de acción del Gobierno y ante la ausencia, previo pago, de responsabilidad de los sindicatos.
El decretazo de Aznar también tuvo sitio en las protestas sindicales de este 2009, pero a eso ya estamos acostumbrados.
¿Es posible, pues, que en una nación democrática que mantiene a casi 300000 liberados, haga gala de unos movimientos sindicales al servicio del Gobierno bajo la excusa de una cercanía ideológica que olvida los problemas reales de los trabajadores y las verdaderas causas de una crisis que, casualmente, afecta de modo más extremo a España?
Pues es posible, un absurdo más en el que se ha convertido el movimiento sindical español, cuya única y primera consigna es la pleitesía, y en ningún caso, la lucha por los derechos de los ciudadanos y trabajadores.
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