Aborto: 20 €

Etiquetas: ,
La calidad de una sociedad se mide, entre otras cosas, por el respeto a la vida, a la dignidad y a la libertad del otro. Y como nuestra sociedad es la imagen de muchas cosas, no es que haya olvidado lo que le conviene, sino que ha decidido optar por lo contrario de lo que la hace crecer, como si creyese que está realizando un ejercicio de libertad, cuando, en realidad, lo que hace es caer en la trampa del egoísmo y la degeneración, de modo que se convierta en una sociedad manipulable por los únicos que salen ganando con una sociedad que se deja manipular, los políticos, los medios de comunicación y las empresas afines a los dos primeros.

Que nuestra sociedad es una basura aborregada no es algo que nos sorprenda, pero cuando dos ministras mienten, Trinidad Jiménez y Bibiana Aído, cuando todos los dirigentes callan, cuando los ciudadanos se conforman, entonces la sociedad está avocada a morir lentamente víctima de su propia voracidad.

La píldora del día después es la plasmación de ese fracaso de la sociedad occidental y, como parte de ella, la sociedad española, porque el "póntelo, pónselo" de Felipe González no hizo más que aumentar el número de embarazos y, por consiguiente, el de abortos. Aznar y su gobierno no hicieron nada efectivo para mitigar esta realidad, siempre creciente. No quisieron quedar mal ante cierta opinión pública.

En estos años, en los que las comunidades autónomas iban adquiriendo un nivel de independecia desmesurado proporcional a la pérdida de la igualdad entre ciudadanos de la misma nación, los respectivos consejeros de sanidad en connivencia con los consejeros de educación de las autonomías obligaban a los estudiantes a aprender una educación sexual sesgada y ajena al control de los padres. Una educación sexual que no hace otra cosa que atribuir al adolescente una capacidad adulta de decidir sobre lo que es bueno y no lo es para su crecimiento y su identidad personal sin otro criterio que el propio placer o disfrute momentáneo.

Y en todo este galimatías se enmarca la degeneración total y absurda de permitir que una adolescente menor de edad y un adolescente menor de edad decidan sobre la vida de un tercero en pro de una existencia ausente de responsanbilidades, pudiendo adquirir una pastilla que provoca abortos sin otra prescripción que el propio beneficio personal, saltándose las normas civiles, las normas éticas y las normas familiares, porque ya ni padre ni madre cuentan en este asunto de la educación de los hijos y que el Estado, el está creando Rodríguez Zapatero, se ha atribuído.

Educar mintiendo no está mal, sobre todo, si a los adolescentes se les dice lo que quieren oir, que la píldora del día después evita embarazos no deseados y que el riesgo de mantener relaciones sexuales sin la consecuencia más inmediata de engendrar una nueva vida, se reduce a la mínima expresión. Lo que no se dice es que la píldora es un abortivo más, no un anticonceptivo, pero para las adolescentes supone un aborto inconsciente en el que ni sienten ni padecen porque lo que se aborta, no se ve. Y todo por 20 euros, ¿alguien da más?
0 comentarios:

Publicar un comentario


Seguidores